crito de su padre, esperando,
quizás, que algún día
se hiciera la debida rectificación.
Poco tiempo después fué publicada
la edición del Himno Nacional para
canto y piano de Rodríguez Ferrer
y a pesar de que se trataba del Himno
Nacional, fué dedicada a su gran
amigo Marín Varona y ostentaba
dos menbretes: uno decía ES PROPIEDAD
y el otro EDICION OFICIAL. Puede comprobarse
en la ilustración Nº 9.
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Rodríguez Ferrer presentaba la misma
forma de acompañamiento y la misma
introducción de su arreglo para
Banda, y una posición de acordes
muy centrales, lo peor que pudo tomar
de la edición de Agramonte, pues,
dada esa posición los sonidos se
mezclan continuamente con las notas de
la melodía que debe tocar la mano
derecha y establece una confusión
que es absolutamente necesario evitar
en toda obra destinada a ser cantada por
niños o por las masas de un pueblo.
Pero como además colocó
un acorde, diferente en casi cada tiempo
de compás, su acompañamiento
es, a más de difícil, impracticable
en el piano en muchos casos, e inadecuado
para un Himno Nacional, que debe tener
distanciado su acompañamiento de
la melodía y no presenta dificultaess
técnicas grandes para que pueda
ser interpretado por la mayoría
de las personas que tocan el piano. (Obsérvense
las ilustraciones Nos. 5,
7 y 10).
Estos detalles y otros, que no es oportuno
tratar, hacen muy deficiente el arreglo
para canto y piano de Rodríguez
Ferrer, al extremo de que desde
hace unos cuarenta añospor
lo menosestá fuera de venta
y no se ha vendido un solo ejemplar en
las casa de música de la capital.
Posteriormente salió publicada la
edición de Molina Torres, enmendando
algunos errores de los acordes de la edición
de Rodríguez Ferrer y los de la
segunda parte de la letra. El acompañamiento
que le puso Molina Torres en los pasajes
en que más digno debe parecer el
ritmo regular de la marcha produce un
desagradable efecto de vulgaridad y cacofonía,
según puede apreciarse en la ilustración
Nº 11 -A- como asimismo en -B-
donde aparece el final del Himno.
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