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Yo no comprendo cómo hay quien se ponga a defender lo indefendible después de que el mismo autor de la introducción declaró que hay una sola nota en su introducción que no pertence a ningún toque de ejército extranjero y tanto él como la redactora que reprodujo su escrito la han nombrado un LA CUBANO-, que es, sencillamente, una nota antepuesta a la última de otro toque y repetida para formar un tresillo, el único que, por ese motivo, puede considerarse original de Rodríguez Ferrer. Es el indicado con una L. ('El Re del primer tresillo, pues el arreglo de Rodríguez Ferrer, para Banda, está en Mi Bemol, que resultaría un DO, pero el pasaje aludido lo toca la tromba en Mi Bemol y en la tonalidad de Fa Mayor resulta ser un RE).

En resumen: considerando este asunto en su aspecto nacional es forzoso reconocer que un Himno Nacional no debe tener toques militares de ningún ejército extranjero. Puede admitirse que las naciones europeas que han tenido lazos de unión entre los miembros de sus monarcas conserven, en su servicio militar toques análogos, pero eso no se concibe en un Himno Nacional y no conozco ningún caso que tenga ese precedente.

Y es mucho menos admisible, tratándose de toques militares del ejército contra el cual se luchó por la independencia, que fué el ejército que fusiló al autor del Canto Revolucionario que es hoy nuestro Himno Nacional, motivo por el cual tanto el acompañamiento de pasodoble como la introducción añadida, constituyen un ultraje para el autor del Himno de Bayamo y una profanación para la ideología libertadora de los hombres del 68.

Nuestra admiración, nuestro afecto y nuestra confraternidad hacia la Madre Patria, y ustedes saben que yo he dado pruebas de todo esto, no pueden hacernos olvidar el momento histórico que originó la guerra de los 10 años ni el sentido patriótico que debe tener el Himno Nacional.

Y quiero aclararles, también, que no me mueve animosidad ninguna contra Rodríguez Ferrer. Nunca lo traté, no cambiamos ni un sí ni un no, sabía por referencias de amigos que era un músico de la Banda Municipal, y un buen armonista, y yo misma, sin que nadie me lo pidiera, sin conocer siquiera a su familia, cuando en 1950 ofrecí un concierto de música cubana, con motivo del Centenario de la Bandera, incluí en mi programa una Danza suya y creo que es la primera vez que esa obra se ha interpretado en público por un pianista. Aparte de esto, su reputación como compositor no pierde nada porque declare yo lo que otros músicos, o sea que, en sus arreglos del Himno de Bayamo estuvo muy desacertado, y aunque he tenido que hacer un esfuerzo para decir algunas veces lo que he tenido que decir, en contra de mi costumbre,—pues en mis conciertos conferencias me he referido únicamente a la par-

 
 

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