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Distinguida representación del Sr. Ministro de Estado,
Autoridades,
Sr. Presidente de la Asociación de Reporters de la Habana,
Sr. Representate del Colegio Nacional de Periodistas.
Compañeros periodistas,
Señoras y señores:

Agradezco mucho las amables frases que me ha dedicado el Presidente de esta Asociación de Reporters, Sr. Diosdado del Pozo, y tengo un verdadero gusto en hablarles esta noche sobre nuestro Himno Nacional, porque sé que es un tema que a todos tiene que interesar, por cubanos y por periodistas.

El mérito del Himno de Bayamo, la vida de su autor y las primeras ediciones que del Himno se hicieron, han estado envueltos en algo de misterio y tienen detalles muy interesantes y poco conocidos, por lo cual se han hecho deducciones y comentarios que no concuerdan con la verdad histórica, y como he venido dedicando mucho tiempo a su estudio, creo que debo ofrecerles un resumen del resultado obtenido en mis investigaciones, máxime cuando veo aquí rostros de personas que siempre me han estimulado en mis empeños artísticos y que pueden ahora seguirme orientando y dándome fuerzas para continuar en mi propósito de que sean rectificados los errores que contienen las ediciones de nuestro Himno Nacional, así como que se le haga justicia a su autor, el gran patriota Pedro Figueredo y Cisneros.

Muchos de los periodistas y de los amigos que me escuchan son autores y saben lo poco que se repetan las obras de los intelectuales, pero lo que ocurre en el campo de la música es, realmente, bochornoso. Se han venido tomando, y se toman todavía, las melodías de los clásicos y se deforman haciendo de ellas un jazz, una conga o un danzón, como sucedió con la melodía del Himno, en 1900, y no hay derecho a desnaturalizar el carácter de una obra artística, aunque pertenezca ya al dominio público.

Desde luego que el atrevimiento de apropiarse de la melodía que es creación de otro músico y deformarla es muy vituperable;

 
 

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